jueves, 3 de noviembre de 2016

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¿ Es el lenguaje sexista ? Opinión personal

Hoy en día en nuestra lengua hay muchas palabras que provocan discusión sobre si son sexistas o no. Estas pueden ser palabras como "El hombre" que hace referencia a la especie humana, "Los ciudadanos", es decir hombres y mujeres que viven en un lugar, etc.

Hasta hace unos años este tipo de palabras pasaban desapercibidas y se veían totalmente normal. Además todas ellas son gramaticalmente correctas, y aunque estas palabras estén en género masculino,viene a referirse a ambos sexos.

Esto actualmente ha cambiado, ya que hay personas que se sienten ofendidas al ver que una palabra lo identifique, y que esta tenga su género contrario. Incluso hay palabras que han sido cambiadas por la RAE debido a este suceso. Por ejemplo, para la profesión de abogado antes se utilizaba la palabra "abogado" para ambos géneros. pero actualmente en la RAE viene abogado/da.

En mi opinión, no me importa que haya personas que se ofendan con este tipo de palabras, pero tampoco me parece bien que se pasen más de la cuenta, ya que hay personas que usan demasiado este tipo de palabras con los dos géneros. Por ejemplo, hay profesores que se dirigen a sus alumnos mediante la palabra "alumnos" y dentro de esta palabra entran ambos géneros, pero hay otros profesores que se dirigen por "alumnos y alumnas". Creo que ambas expresiones son correctas gramaticalmente pero llega un punto en el que se repite tanto ambos géneros para referirse a un grupo de personas que incluso llega a ser pesado para el oído.

Por lo que creo que debemos darle menos importancia a estos temas, ya que hay personas que piensan que esto es debido a que en la sociedad de hoy en día los hombres tienen mayor poder que las mujeres ,y esto no es así, por lo que se debería dejar estos temas de lado y discutir sobre temas más importantes.

Términos sexistas en la lengua española.

1. Mandona: ‘Que ostenta demasiado su autoridad y manda más de lo que le toca’. ¿Quién ha escuchado referirse a un hombre con el adjetivo mandón?

2. Fría: ‘Indiferente al placer sexual’. Porque los hombres siempre tienen ganas de mantener relaciones sexuales, ¿no?

3. Bruja: ‘Mujer que, según la opinión vulgar, tiene pacto con el diablo y, por ello, poderes extraordinarios’. También ‘En los cuentos infantiles tradicionales, mujer fea y malvada, que tiene poderes mágicos y que, generalmente, puede volar montada en una escoba’, e incluso, ‘Mujer fea y vieja’. De hecho, la RAE no concibe su forma masculina al introducir el término en el buscador de la RAE, como hace con otras palabras, para las que da opción de género. 

Así pues, al buscar ‘brujo’ (la RAE hace la anotación que este término proviene de su acepción femenina, por cierto) se indica que es un adjetivo que significa ‘Embrujador, que hechiza’ o algo ‘Falso, fraudulento’. También que es un ‘Hombre al que se le atribuyen poderes mágicos obtenidos del diablo’ o ‘Hechicero supuestamente dotado de poderes mágicos en determinadas culturas’. Las múltiples definiciones no hacen alusión a cuestiones físicas o emocionales del hombre, como si ocurre con el adjetivo ‘bruja’.

4. Dramática: ‘Teatral, afectado’, ‘Que posee caracteres propios del drama, o que es apto o conveniente para él’. Este adjetivo se suele emplear de forma sexista para referirse a la mujer, pocas veces se emplea para designar a un hombre. 

5. Loca: ‘Mujer informal y ligera en sus relaciones con los hombres’ o ‘prostituta’ (esto último, como adjetivo coloquial en Argentina y Uruguay). Por otro lado, la RAE incluye en este mismo apartado 'loco de atar', expresión que significa: ‘Dicho de una persona: Que en sus acciones procede como loca’. Sin embargo, si nos referimos a un hombre con esta misma construcción, ¿la forma correcta no sería loco de atar?

6. Frígida: ‘Que padece frigidez (ausencia de deseo o goce sexual)’. Sin embargo, este adjetivo pocas veces se emplea para calificar al género masculino cuando ellos quieren privarse del sexo. Se presupone que ellos siempre quieren mantener relaciones sexuales por el simple hecho de ser hombres. 

7. Perra: ‘prostituta’. Si se busca en la RAE el adjetivo ‘perro’ se define como ‘Hombre tenaz, firme y constante en alguna opinión o empresa’. También como ‘persona despreciable’, pero en ningún caso como ‘prostituto’ u ‘hombre promiscuo’.  

8. Loba: ‘Mujer sensualmente atractiva’. ‘Lobo’, por su parte,  se define como ’Hombre sensualmente atractivo’. Esto evidencia cierta paridad en el término, aunque no en su uso cotidiano, pues, siendo francos, es más corriente escuchar la forma femenina empleada de forma peyorativa, que la masculina con la misma connotación.

9. Puta: ‘prostituta’ en su acepción femenina, mientras que en la masculina, se refiere al ‘hombre que tiene concúbito con persona de su sexo’. En ningún caso se concibe puto como 'prostituto' u 'hombre que mantiene relaciones sexuales a cambio de dinero'.

10. Mojigata: ‘Beato hazañero que hace escrúpulo de todo’. En este caso, la RAE sí que pone en igualdad de términos las formas masculina y femenina. Sin embargo, se podía decir que en su uso coloquial, se emplea más a menudo para designar a una mujer que resulta muy puritana en términos sexuales, y no al hombre. 

Artículo sobre el sexismo en el lenguaje

El feminismo y la gramática española no se llevan bien. Viene de antiguo. "El lenguaje está creado por el hombre, para el hombre y tiene como objeto el lenguaje del hombre", sostiene la filóloga Pilar Careaga, autora de la obra El libro del buen hablar. Una apuesta por un lenguaje no sexista. Las mujeres se quejan de que no existen si no son nombradas, o que sólo figuran de forma peyorativa en un sistema lingüístico creado en sucesivas etapas de la historia en las que lo femenino no pintaba nada. La igualdad es tan reciente como que las españolas lograron el derecho a votar en 1931, mientras que los varones lo obtuvieron por vez primera en 1890. Los guardianes de la lingüística lo encuentran absurdo. "No tiene sentido pensar que la gramática está contra los hablantes. No es verdad, pero en las lenguas romances el masculino es el término no marcado", tercia el académico Ignacio Bosque.
¿Se puede decir "miembra"? Ya quedó dicho que no, que la RAE considera al sustantivo "miembro" como un nombre común en género, esto es, un término ambidiestro, que sirve para unas y otros (las miembros, los miembros). Un transformista que se feminiza o masculiniza según el contexto. Claro que no siempre fue así. Hasta 2005, la palabra "miembro" era considerada por la Academia un epiceno, un nombre asexuado, sin femenino ni masculino, como "víctima", "bebé" o "criatura". Conclusión: las cosas cambian.
Hasta el académico Salvador Gutiérrez, catedrático de Lingüística General de la Universidad de León, concedió en plena tormenta que lo que hoy suena peregrino, mañana puede ser norma si la población comienza a utilizarlo. "La lengua es el organismo más democrático que existe en el mundo", declaró.
En esa evolución de las lenguas están de acuerdo todos. En que lo hacen atendiendo a patrones de la calle, también. "No se puede emitir lenguaje con BOE, el lenguaje se crea todos los días y hay palabras que triunfan y otras no", sentencia Careaga. Como triunfó "rebeca" para designar a las chaquetas de punto sin cuello que vestía la protagonista de la película que dirigió Alfred Hitchcock a partir de la novela de Daphne du Maurier, Rebeca. "Las palabras van cambiando, pero no se puede hacer por decreto ni pedir a la Academia que las cambie. La Academia refleja la realidad", sostiene Bosque, que coordina los trabajos para la nueva gramática, que sustituirá a la vigente desde 1973 (en realidad, un esbozo de la aprobada en 1931). Un capítulo de la obra se dedicará íntegramente al género.
Hay filólogas, con años de experiencia en el estudio del sexismo en el lenguaje, que sí defienden el uso de la palabra "miembras". "¿Era incorrecto decir abogada antes de que la palabra estuviese en el diccionario de la RAE?", interpela retóricamente Eulalia Lledó. "No", contesta, "la corrección en la lengua no es un valor absoluto. Y no veo nada en contra de la corrección de la palabra miembra".
El Instituto de la Mujer, en su proyecto nombra.en.red, una base de datos para promover la escritura en femenino y en masculino, acepta la clasificación del diccionario de la RAE. Pero no exclusivamente: "No podemos ignorar que son cada vez más las hablantes a las que les gusta denominarse miembras, en contra del criterio de la Academia. Entre las alternativas que sugerimos, se cuentan también aquellas que consideran la posibilidad de que la palabra miembro pase a ser de doble género, femenino y masculino".
Cuando esto lo ha asumido la ministra Aído, en un guiño a las organizaciones de mujeres que luego trató de rectificar y de nuevo reivindicar, la Academia se soliviantó. Lo de miembras disgusta hasta a las miembros. "Me parece increíble que una ministra tenga tan poco rigor, lo encuentro ridículo y negativo. La Academia no inventa, es un notario", sostiene Ana María Matute, la única escritora que pertenece a la institución. La historiadora Carmen Iglesias y la científica Margarita Salas son las otras dos mujeres que se sientan en la Academia, donde el 93% son hombres.
"No cambiaría con más mujeres en la RAE. Hay personas que defienden los cupos y otras, no. Lo importante es dar igualdad de oportunidades y que los puestos se hagan en condiciones de igualdad", asevera el académico Ignacio Bosque.
Distinta es la opinión de Pilar Careaga: "Cambiaría con el 50% de académicas. Pero ocurre que tres varones proponen a alguien que tiene que ser aprobado por una corporación varonil. ¿Es que Almudena Grandes y Maruja Torres son peores que Javier Marías o Arturo Pérez-Reverte?". Para la filóloga, el crédito de la institución está en entredicho por decisiones actuales y por exclusiones históricas: "Se califica a sí misma una Academia que no fue capaz de acoger a María Moliner, la lexicógrafa por excelencia". Moliner falleció en 1981, tres años después de que fuese admitida la primera académica: la escritora Carmen Conde.
La última persona en ingresar en la RAE ha sido el escritor Javier Marías. Días antes, publicó un artículo en este periódico que tituló: "No esperen por las mujeras". Y decía así: "Es absurdo, además de dictatorial, que diferentes grupos -sean feministas, regionales o étnicos- pretendan, o incluso exijan, que la RAE incorpore tal o cual palabra de su gusto, suprima del diccionario aquella otra de su desagrado, o 'consagre' el uso de cualquier disparate o burrada que les sean gratos a dichos grupos". Concluía señalando que no pueden borrarse vocablos por mucho que disgusten ahora al oído, como "judiada", porque ha existido y se halla en textos clásicos.
Ante palabras cargadas de prejuicios, Eulalia Lledó no propone la supresión, sino la incorporación de una nota pragmática aclaratoria. El diccionario recoge las palabras que la sociedad crea, pero también consagra los usos lingüísticos correctos. "La RAE debería haberse puesto a la cabeza y no ir detrás del proceso de cambio que vivimos. Las palabras tienen que estar al servicio de las personas y no al revés", considera Antonio García, fundador de la Asociación de Hombres por la Igualdad de Género (Ahige).
El sexismo del lenguaje comenzó a combatirse a nivel internacional a partir de la primera Conferencia Mundial sobre la Mujer, celebrada en México en 1975. No es exclusivo de las lenguas latinas. "Hay parámetros sexistas y androcéntricos universales, pero en cada lengua se manifiestan de distinta manera", indica Lledó.
http://elpais.com/diario/2008/06/14/sociedad/1213394401_850215.html

domingo, 16 de octubre de 2016

Comentario crítico del texto: "Muy machos".

En el texto "Muy Machos", la autora escribe sobre que en la sociedad actual hay temas como la homosexualidad que la gente cree es aceptada pero no es así, ya que en ambitos como el deporte hay muchas personas que no lo dicen en público ya que le afectaría negativamente en su trabajo. Lo que dice la autora es cierto, pero no solo entorno a la homofobia . Hay temas como el racismo, machismo, etc. en los que hoy en día también se cree que están mas que superados aunque la realidad no sea esa.
Por ejemplo, en las empresas las mujeres cobran menos dinero que los hombres, e incluso en algunas empresas si tienen que elegir entre contratar a un hombre o a una mujer, prefieren contratar al hombre, ya que la mujer puede quedarse embarazada por lo que tendía que darse de baja y en la empresa consideran que eso sería una perdida de dinero.
Respecto al racismo, hoy en día ha aumentado el odio hacia los musulmanes, debido a los atentados realizados por los radicales del islam. El problema de esta sociedad es que se mete todo en una misma bolsa, ya que si un grupo de musulmanes realizan tal acto, la gente ya generaliza y ven a todos los musulmanes como terroristas y eso, obviamente no es así.
A la sociedad actual todavía le queda mucho por avanzar, ya que hay personas que aún tienen pensamientos muy atrasados, y hasta que no llegue el momento en el que haya igualdad en todos los ambitos el mundo no será un lugar mejor.

¿ Por qué no hay que hacer exámenes ?

Al acabar un tema de la materia de cualquier asignatura, tanto colegios, como institutos e universidades tienen algo en común: la realización de una prueba para comprobar que el alumnado ha entendido y aprendido la materia dada.
El tiempo que transcurre entre el final de estos temas y las pruebas, le produce al alumno un estado de estrés y  nervios.



La tensión y nervios producidos a este tipo de pruebas se ha originado debido a la gran importancia que tienen en la nota final, ya que su valor ronda entre 60% - 80% , por lo que el alumnado se ve muy agobiado al ver que una asignatura dependa en casi toda su totalidad de esta prueba.
Además, la preparación que lleve el alumno puede verse afectada al hacer estas pruebas, ya que hay casos de alumnos que llevan la materia de la asignatura muy bien preparada pero a la hora de realizar una prueba la suspenden debido a que se quedan en blanco por culpa de los nervios o simplemente que tienen un mal día.

Dependiendo del curso en el que se esté (primaria, secundaria, bachiller, universidad...), la longitud y dificultad de los temas será mayor o menor, y cada uno de estos temas se suele dar en su totalidad entre 2-3 semanas a 1 mes. El problema de esto, es que suele haber de 8-10 asignaturas y los profesores en general coinciden bastante en el tiempo que tardan en acabar los temas. Esto significa que también coinciden en sus exámenes, y hay veces que en una misma semana el alumnado tenga varios exámenes, por lo que su estrés y nervios aumenta hasta el caso de que el alumno se plantee el abandono de algunas de las asignaturas, ya que se ve incapaz de llevar al mismo tiempo todas. Esto conlleva a que el alumno vaya directamente a los exámenes de recuperación.

En algunos lugares, al alumno se le evalúa mediante la realización de trabajos, se adapta el nivel dependiendo de la facilidad de aprendizaje de cada alumno, etc. y estas formas de evaluación y aprendizaje funcionan muy bien, ya que en los países en los que se realizan están en la cumbre de países con mejores resultados académicos, por lo que se puede tener muy buenos resultados sin la realización de exámenes.